lunes, 10 de agosto de 2009

canguro azul con caracol de centro y lagartija en la cinta derecha

Este pequeño canguro fue tejido con gancho del número 2 con hilaza sinfonía de gradación de azules. En el centro se le tejió una bolsa que tiene al interior un caracol resaltado con azul y en la cinta de lado derecho del cinturón se le añadió una lagartija tejida tal como se pueden apreciar en las imágenes.
Diseñadora: hilandera B


Me gustan los caracoles, cuando era niña me gustaba observarlos por largos períodos imaginando cómo se sentiría ser caracol. En la adolescencia leí un libro que me gustó mucho porque en él se explicaba, de cierto modo, cómo es la vida sexual de algunos animales, entre ellos el caracol. El libro se llama "Eres una bestia Viskovitz" del biólogo ruso Alexandro Boffa, si les interesa pueden leer algunos de sus cuentos en está página, http://www.letropolis.com.ar/2005/09/03_boffa.htm, de donde extraigo este extracto del cuento "¿pero es que nunca piensas en sexo, Viskovitz?"

—¡Pero si los caracoles más cercanos están a meses de camino!

—Te equivocas, hijo, hay jóvenes excelentes en este mismo vecindario.

Pero por allí cerca no veía más que a Zucotic, Petrovic y López, mis antiguos compañeros de colegio.

—Estáis de broma. No pretenderéis que yo...

—Proceden de buenas familias, con un discreto patrimonio genético y buenas perspectivas de ciclo evolutivo. La belleza no lo es todo, Visko.

—Pero ¿los habéis visto bien?

Dirigí el tentáculo rinóforo hacia Zucotic, un gasterópodo descarnado, con la concha prácticamente clipeiforme, el ojo invaginado, el ctenidio atrófico. Resultaba repugnante incluso para los depredadores. ¿Realmente querían tener nietos así ?

—Ya verás como, con el tiempo, cambiarás de idea. Los caracoles tenemos un dicho: “Ama a quien esté cerca de ti, porque quien está lejos continuará estándolo”.

—Antes muerto.

Saludé y me retiré al interior de la concha. Tapé cuidadosamente el opérculo y lo sellé con sales calcáreas, porque nunca se sabe lo que puede pasar.

—No está bien encerrarse así en la concha, Viskolín, la gente pensará mal.

Al cuerno la gente.

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